VIH/Sida

¿Qué es el SIDA?

El SIDA es causado por el virus de inmunodeficiencia humana o VIH. Este virus hace que el sistema de defensa del cuerpo no pueda combatir enfermedades o infecciones que pueden llegar a causar la muerte si nos es controlado. El SIDA es pues la consecuencia a largo plazo del trabajo silencioso de destrucción de las defensas, que durante años ha realizado el VIH. 

 

SIDA - Síndrome de InmunoDeficiencia Adquirida

VIH - Virus de Inmunodeficiencia Humana

 


¿Qué diferencia hay entre el VIH y el SIDA?


El VIH y el SIDA son dos cosas distintas. El VIH, es el virus que causa el SIDA, y es el que se trasmite de una persona a otra, y cuando entra a nuestro cuerpo empieza a multiplicarse y destruir las defensas del mismo. La infección por el VIH es permanente y puede ser transmitido a otros. Muchas personas infectadas no tienen síntomas. La mayoría de las personas que viven con el VIH desarrollan el SIDA siete a diez años después haberse infectado en caso de no recibir los medicamentos llamados antirretrovirales. El SIDA, es el resultado de una infección de largar data (“crónica”) por el VIH, y se caracterizar porque las defensas del cuerpo están tan débiles y no pueden combatir ni infecciones y ni enfermedades cancerosas. Las infecciones características del SIDA se llaman “infecciones oportunistas” porque aprovechan la oportunidad ocasionada por la baja de las defensas para atracar el organismo. 



¿Cómo actúa el VIH en nuestro organismo?


El VIH, ataca a dos grupos de leucocitos, llamados linfocitos CD4+ y monocitos/macrófagos. En condiciones normales, las células CD4+ y los 

macrófagos ayudan a reconocer y destruir las bacterias, los virus y los demás agentes infecciosos que invaden las 

células y causan enfermedad. En las personas que vivimos por el VIH, el virus mata los linfocitos CD4+, mientras que los macrófagos actúan como reservorios y transportan el VIH a diversos órganos vitales. 
El VIH se une a nuestros linfocitos CD4+ y continúa desarrollándose en su interior. Esto hace que la célula se convierte en una “fabrica” de virus que además termina destruyéndola. Con la disminución de las células CD4+ del organismo, el sistema inmunitario se debilita y es menos capaz de luchar contra las infecciones víricas y bacterianas. La persona infectada se vuelve susceptible a una amplia gama de infecciones oportunistas, como la neumonía por Pneumocystis, que es poco común en los individuos con un sistema inmunitario normal. 



¿Cómo se transmite el VIH?


El VIH se transmite a través de 5 fluidos corporales: sangre, semen, líquido seminal, flujo vaginal y leche materna, cuando estos penetran al torrente sanguíneo a través de heridas y mucosas. De aquí que existan tres modos de transmisión: 

Transmisión sexual: Al tener relaciones sexuales sin un condón de látex con una persona infectada. Más del 80% de las nuevas infecciones por VIH son a través de las relaciones sexuales. El VIH, el virus que causa el SIDA, se puede transmitir por el semen, los fluidos vaginales y la sangre en las relaciones sexuales sin un condón de látex con una persona infectada. Esto puede ocurrir al tener relaciones sexuales por la vagina, el ano o boca. 

Transmisión Sanguínea: lo cual puede ocurrir ya sea: al compartir las agujas y/o jeringas, para inyectarse drogas al recibir transfusiones sanguíneas y/o por trasplante de órganos y/o tejidos. 

Transmisión materno infantil (o vertical): que es la que ocurre de la madre infectada con el VIH a su bebé durante el embarazo, parto o lactancia materna. Entre los bebés infectados que no reciben lactancia materna, la transmisión se produce, en la mayoría de los casos, en el momento del parto (inmediatamente antes o en el trabajo de parto y durante el nacimiento). Sin embargo, se puede reducir el riesgo de transmisión del VIH de madre a niño si se realiza un parto mediante una cesárea planificada y/o el uso de medicamentos especiales, tanto a la mujer con VIH embarazada como a su hijo o hija después del parto. 



El VIH y las transfusiones de sangre


Las transfusiones sanguíneas salvan millones de vidas cada año, pero en las zonas donde no está garantizado un suministro sanguíneo seguro, los receptores de sangre corren un mayor riesgo de infección por el VIH. En los centros de salud de Venezuela, cada donante y cada unidad de sangre se examinan para saber si hay infección con el VIH. La sangre infectada es destruida. De igual forma en la mayoría de los países industrializados, el riesgo de contraer la infección por el VIH a partir de transfusiones es extremadamente bajo. Esto se debe en gran medida al reclutamiento eficaz de donantes de sangre regular y voluntaria; a la mejora en los procedimientos de evaluación de los donantes; al análisis sistemático y universal de la sangre y los productos sanguíneos con pruebas altamente sensibles y específicas para la detección de anticuerpos contra el VIH, y al uso apropiado de la sangre. Sin embargo, hay que tener en cuenta lo que se conoce como “período ventana” (ver más adelante) que explica porque aunque los donantes sean evaluados siempre hay un riesgo muy pequeño pero real de adquirir la infección del VIH mediante una transfusión sanguínea. De allí que siempre hay que sopesar muy bien cuándo indicar una transfusión de sangre y/o de sus derivados



¿Cómo no se transmite el VIH?


El VIH, el virus que causa el SIDA no se transmite por: 

  • Abrazar, tocar, saludar, acariciar o estar al lado de una persona con el VIH. 
  • Lágrimas, sudor, estornudos o tos. 
  • Donar sangre o cuando le sacan sangre para examinarla. Las agujas se usan una sola vez y se destruyen. 
  • Cuando su hijo juega, abraza o toca a un niño que tiene el VIH. 
  • Compartir bebidas, cubiertos o utensilios, vasos, platos, o al comer alimentos preparados por una persona con el VIH. 
  • En el agua de las piscinas (albercas), bañeras, duchas, en la tapa o asiento de los inodoros o en las fuentes de agua. 
  • Por mosquitos u otros insectos.